Saint Sepulcre

martes, mayo 30, 2006

Campamento a Ecomuk

Y que nos vamos de campamento con los del 17.


Fue divertido, hubo descanso, actividades, y hasta participamos en ceremonias. ¿Qué habría sido de la fogata sin los claneros del 42? Y ni se diga de las inolvidables representaciones de "Sancho Cucaracho (Versión alternativa)" y "Fusiloski". Un campamento memorable.

Las fotos que siguen son después de los huevazos a los recién promesados.

El beto


Miguel y Pau


Joe y Pau



Escena de Sancho Cucarachrix (Beto y Migue)















Descansando después de un trabajo pesado (Roberto y Jalil)

miércoles, mayo 24, 2006

Velada de Clanes

Como venía a Guadalajara por su examen de la U de G nuestra amiga Diana de las Friduchas de Aguascalientes (Grupo 11), planeamos una velada a la que asistirían el jefe de grupo, Arturo, quien asumió el cargo temporal de consejero de Clan, y el Clan Femenino Matla, pero no pudieron venir. Diana sí:

Clan Saint Sepulcre y Diana (al centro)

Y como la velada iba a estar chida, invitamos también a nuestras amigas del Clan del grupo 17 de Guadalajara:
Pau siendo golpeada por Caro
Gato, Karina, Pau, Rober y Diana

Faltó Miguel, el Juancho que nunca viene, y todos extrañaron al Zote... pero nos acompañó Adrián:
Erick, Adrián y Tony.

Las peleas de box fueron lo mejor, aunque también tuvimos cena y un rato de debraye filosófico-teológico bastante extraño, por aquello de los escollos. El tema fue la irreligiosidad:


Se nos acabó el espacio, pero si quieren más fotos, favor de pedirlas a saintsepulcre@gmail.com y a vuelta de correo las recibirán.

lunes, febrero 27, 2006

Campamento de la Amistad 2006

Jalil, Roberto, Mahatma, Mariano y Tony

Hubo tantos contratiempos que para qué te cuento...
Se suponía que tendríamos un rally, se suponía que íbamos a representar un juguete cómico para la fogata, se suponía, se suponía...

¡Pero estuvo bien chido el campamento! En la velada de Clanes hasta corrieron las lágrimas.


Tony y Anaid (1), Melissa(2), Mariano (3)

Irene (1), Erick (2), Jalil(3)

Village People (Jalil, Rober, Mahatma, Mariano, Tony) Nótese la súper-casa de campaña

Los hados no están de nuestro lado, y menos en domingo... lo comprobamos nuevamente.

Hubo un incidente inolvidable, una broma a los caminantes: A alguien se le ocurrió poner grenetina al agua que traían, mientras era de madrugada. ¿Quién fue? ¡Quién sabe! Algún maldoso por ahí, o los hados tampoco los quieren a ellos.

martes, febrero 14, 2006

Intergrupos del 17

Fuimos al intergrupos que hubo el Sábado 11 de Febrero de 2006 en el parque BP, del Grupo 17 de Guadalajara. Eran los grupos del Distrito al que pertenecemos: 10, 15, 17, 26 y 42.

Una foto de los asistentes:


Son casi todos, pero no me sé los nombres

Pusimos cuerdas y pasamos por ellas con paso del mono, del capitán, del sargento, telaraña, cuerda libre, y una equis maniática que colocaron los de Welland.

Roberto colgado de las cuerdas

Jalil y Rober poniendo la telaraña

Y las claneras bien rebeldes, subidas las cuatro en la doble cuerda, enseñando todo (la pierna) y bien quitadas de la pena

Karina, Adriana, Mely y Samanta (izq-der)

Mientras nosotros sudábamos poniendo cuerdas.

Jalil

Después se supone que tendríamos un mini curso express del nuevo esquema, pero Rober y yo huimos para ir a dar las invitaciones de nuestro próximo campamento de grupo.

Cuando todo hubo terminado, trepados en la camioneta de Rober con algunos expos (perdón, caminantes) de contrabando

Camioneta de Rober

nos fuimos a McDonald's por conos.

Ulises saludando la McEme

(Por Mahatma)

miércoles, febrero 01, 2006

Viaje a Meztitla, EEAS 2a parte

Mientras casi todos los miembros de ambos clanes estaban paseándose por Tepoztlán, junto con las "expas", comprando tepoznieves y bebiendo café en un localito con una magnífica terraza (atendido por un curioso personaje que tenía ideas de lo más extrañas, pero a fin de cuentas agradable el tipo), y mientras leían poesía de Bukowsky y Kerouac en el café ya citado, Jali y Samanta (sin hache) esperaban, fuera del alcance de los radios, que las inscripciones se abrieran. Según contaron, Jalil estaba muy molesto por todo el retraso, y encima de eso le dijeron que había problemas con unas fichas de pago de los que iban. Así que, dejando salir toda la tensión acumulada, reclamó en un tono muy fuerte al que estaba sentado en la mesa de registros, y discutieron duro. Ambos acabaron malhumorados, pero un rato después se resolvió todo. Tiempo después Jalil se enteró que el Scouter al que había ajerado era el mismísimo Jefe Scout Nacional. Pero no hay problema, porque al día siguiente hasta se tomaron una foto con él, ya bien compa de Jalil.


Después de este memorable suceso por fin les pusieron la pulserita del evento y pudieron pasar a bajar las cosas del camión, que ya les esperaba ahí.

Entonces comenzó el montaje del campamento, que no sería un alarde de alto pionerismo ni mucho menos. No. Era un sencillo pero ingenioso concepto basado más que nada en la imagen y en la funcionalidad, lo cual fue favorecido por el terreno de acampado que se asignó.


Y gracias a eso ganaron un segundo lugar en campismo de grupo, así como un librito de B.P. (parece que era Qué hacen los scouts o algo así) que fue integrado de inmediato a la biblioteca del Clan. Pero no fue tan fácil como parece. Habían acontecimientos por venir. Por ahora hay otras cosas que deben ser contadas.

Cosas como la inauguración no, porque fueron vividas por todos. Basta decir que fue buena. Y cuando terminó fueron a cenar, y a vender bufandas de las que aún quedaban en existencia. Parece que el Clan no es muy diestro en cuestiones de ventas, porque con toda la mercadotecnia ideada meses atrás apenas se vendieron unas cuantas, y se regalaron muchas otras. Por ejemplo, era el cumpleaños de Lorena, del grupo 79 Benito Juárez, quien invitó a Mahatma y al resto del clan a partir el pastel, y pues lógicamente había que regalarle algo, aunque Mahatma no festeje los cumpleaños. Como él ya conocía a los de ese clan sólo les presentó al resto de Saint Sepulcre, y estuvieron platicando un buen rato, hasta que llegó la hora de ir a dormir.

Ya el sábado, el día de los concursos, Mahatma propuso que se inscribieran a Cuento Express. Pero aún había tiempo, y se dedicaron a recorrer campamentos, a ver las exposiciones y todo eso, y a esperar que llegaran los del concurso de campismo a evaluar el campamento. Pero dieron las doce y no llegaban, la una y no llegaban... Y mientras Jalil esperaba con Nayelli del 79 y Mahatma para leer su cuento, Roberto emitió un desperado mensaje por la radio:

-¡...ey, corre! ¡Al campamento! ¡Rápido!

A lo que Jalil ni siquiera respondió, pues salió disparado hacia allá. Por supuesto que ni Mahatma ni Nayelli ganron el concurso, pero ahí estuvieron otro rato, esperando.

Lo que había sucedido, y que requería tan repentina presencia de Jalil, era que un cable de los que sostenían la fachada del campamento había agredido al pie de Pooh, sin provocación aparente. Así se cayó toda la estructura, porque la insensatez e imprudencia de ese cable desestabilizó todo. Y el Clan tuvo que remodelar el sepulcro, por lo tanto. Vaya día.

domingo, enero 22, 2006

Viaje a Meztitla, EEAS 1a parte

Como todo viaje, no comenzó éste el día exacto de la partida, sino mucho antes… preparar las maletas, que en este caso no eran maletas sino mochilas de acampado, aunque tal vez sí, un poco amaletadas, porque no se trataba de un campamento común, en que lo más importante sería sobrevivir con lo mínimo indispensable. No. El asunto de la comida no sería del todo apremiante, sino secundario, porque ir a los Encuentros de Expresión y Arte Scout es más bien un pretexto para turistear, para conocer gente y saludar amigos muy lejanos que no te has encontrado en mucho tiempo, aquellos de una recóndita provincia a los que tal vez, y sólo tal vez, volverás a ver al año siguiente.


Esta es la historia del viaje como la vivimos los miembros del Clan Saint Sepulcre del grupo 42 Guadalajara, y comienza el jueves 17 de Noviembre, cuando comprendieron que toda la planeación, que había tomado varios meses, era insuficiente. No es una de las cualidades como Clan, pero es una realidad eso de que se tiende a posponer las cosas a último minuto. "Es para ponerle más emoción al asunto" dice Erick, "el Pooh".

Entre las cosas que no habían preparado estaba el practicar la elaboración de la portada del campamento, porque tan sólo un par de días atrás Jalil y Robert habían conseguido los bambúes que constituían la estructura… y todavía estaban verdes. Muy resbalosos. A Jalil y Armando, quien fue jefe de la sección por un corto tiempo, les costó mucho trabajo levantar la portada, y eso que Armando es una eminencia en aquello de los amarres y los nudos. Para cuando llegó Juan Pablo, "Mahatma" ya había oscurecido y la estructura seguía ahí. Hubo que desmontarla para cargarla en la camioneta de Roberto, quien llegó poco después. Y a preparar la ficha técnica que explicaría la organización del campamento.

Resulta difícil concebir cómo es que el campamento, a pesar de todo, no fue un fracaso, considerando todos los pendientes que no estaban resueltos. De casa de Jalil tuvieron que ir al parque a esperar a Tony y Pooh, buscar los radios y después a comprar la comida. Se supone que la salida del camión sería a las once de la noche, en un parque que estaba a una hora del punto de reunión y que nadie sabía exactamente dónde quedaba, y a las ocho y media aún no se habían aprovisionado. La excursión al Wal-Mart fue de lo más divertido. Mientras Tony se estacionaba en Plaza Galerías, Roberto, Mahatma y Jalil entraban al supermercado para comprar lo que habían pensado como menú, y mantenían comunicación con Tony a través de los radios, que se cruzaban con la frecuencia de los guardias de seguridad. Se pasearon trepados en el carrito del supermercado cual chiquillos en un parque de diversiones, y después vino la polémica decisión acerca de qué lámpara comprar para el uso del Clan.

Una vez de vuelta en el parque se organizó la salida repartidos entre el carro de Tony y la camioneta de Roberto, donde iba todo el equipo. Ya en el otro parque el mar de gente hacía pensar que el camión ahí estacionado no sería suficiente, así que descargaron las cosas junto al camión y buscaron al encargado para asegurar los asientos. Las claneras y expedicionarias ya estaban ahí, pero faltaba aún que llegara Adrián, "el Zote", un expedicionario en ruta de enlace que estaría acompañando al Clan. Después que llegó, y con un poco de retraso, el chofer arrancó cargado de un grupo de Scouts de varios lugares de Guadalajara, Puerto Vallarta y hasta Nayarit, y salió de Guadalajara tranquilamente, como preparándoles para entrar en la inconciencia del sueño. Y no tanto, porque un rato después apareció en las pálidas pantallas una película de Harry Potter, que con su terrible doblaje a la española lograba impedir que algunos se entregaran a dormir.

Las ruedas avanzaron por la carretera a la par que la noche, y la alborada sorprendió al chofer perdido entre las calles de Toluca. Lo que todos se preguntan es ¿por qué demonios entró a Toluca el tipo? Nadie sabe qué tenía ese hombre en la cabeza, porque un rato después estuvo dando vueltas por el periférico de la ciudad de México, tal vez quería pasear a los viajeros, para que conocieran Plaza Perisur, el Ajusco, el Tec de Monterrey, vaya nadie a saber. Dio el mediodía y apenas en la salida a Morelos. Qué desperdicio del tiempo. Un par de paradas técnicas para ir al baño y tomar un refrigerio entretuvieron un poco más la agenda, y la llegada a Tepoztlán fue hacia las dos de la tarde. Dado que el registro al evento comenzaba a las cuatro, dio tiempo para que, quedándose Jalil y Samanta a hacer fila, los demás se pasearan por el pueblo

lunes, noviembre 07, 2005

Por un mejor movimiento Scout

Porque somos concientes de que el movimiento Scout está en continuo cambio, adaptándose a las circunstancias del mundo que constantemente se transforma, para llevar la semilla del movimiento Scout a todos los rincones de México, el Clan del Grupo Scout 42 Guadalajara propone a uno de sus miembros, debido a sus grandes aptitudes y su enorme iniciativa, para ser Miembro Asociado de la Asamblea Nacional de Scouts de México. A continuación se describe brevemente su trayectoria en el movimiento Scout.





Jalil Alejandro Sánchez Ruiz

Hijo de padre y madre Scouts, toda su familia está activa en el movimiento; sus padres como dirigentes, una de sus hermanas en clan y la otra como miembro de las guías.

Sus tíos y primos también participan en el movimiento, y alguna vez lo hicieron sus abuelos, lo que ha inculcado en él desde pequeño el espíritu Scout, ayudándolo a entender lo que es ser Scout, pero principalmente llenarse del espíritu del Escultismo.

Scout desde 1995, primeramente como lobato, llegó a ser seisenero de las seisenas amarilla y blanca, obteniendo los adelantos del Seeonee y el Khaniwuara.

Ya en la Tropa Scout ocupó el cargo de Guía de la patrulla Águilas, creando tiempo después la patrulla Búfalos, inspirado en la patrulla que formara su padre, tiempo atrás en el Distrito Federal.

En la Tropa Scout obtuvo los adelantos de Caminante, Explorador y Kon-tiki. Así mismo logró la especialidad de Deportes en su segundo grado, y la de Ciencia y Tecnología. Su trabajo le valió también la insignia de Punta de Flecha por haberse destacado en tal competencia.

En su siguiente etapa como Scout debió poner mucho más esfuerzo, pues sólo estaban trabajando como expedicionarios otros dos Scouts, teniendo que luchar los tres por reavivar y fortalecer la Expedición de su grupo.
Como expedicionario, a la vez que participaba en varias actividades y campamentos, llegó a conseguir los retos de Descubridor, Pionero y Apolo, así como las especialidades de Deportes en tercer grado, Seguridad y Rescate, y Ecología.

En toda su vida scout ha participado en innumerables eventos desde caminatas, rallys, campamentos familiares, campamentos con cristo, actividades económicas y de servicio, destacando entre ellas el cuarto servicio papal en la Ciudad de México.

Entre sus planes futuros se presenta el reto de terminar su vida como Rover Scout, apoyando en todo lo posible a la sección y trabajando por sí mismo, sin olvidar el compromiso del servicio.

El ser Scouter y Dirigente forman parte de sus planes futuros, siendo un gusto y una inquietud para él participar en las secciones menores de Manada y como Dirigente le es atractivo el puesto de Vocal de Relaciones.

De ser elegido como participante en la Asamblea Nacional buscará, con propuestas e ideas, dar apoyo a los grupos Scout para desarrollarse, por medio de extensiones de prórrogas para sus registros y promocionando al movimiento Scout en general.

También buscará que se preste especial apoyo a las secciones de Manadas entendiendo que estas son el semillero del movimiento, procurando buscar que en la conciencia de los niños se impregne la idea de que los Scouts son un movimiento de formación integral, parte de la vida y que su espíritu es capaz de envolver a cualquiera.

Es así como Jalil Alejandro se presenta ante ustedes, respaldado completamente por el Clan y por el Grupo Scout 42 Guadalajara, como un Scout en busca de devolver al movimiento un poco de lo mucho que éste le ha dado y con ganas de participar activamente en la mejora del Escultismo, ya sea como asociado Scout o como miembro del Clan.


Atentamente

Clan Scout Grupo 42
Saint Sepulcre Posted by Picasa

sábado, noviembre 05, 2005

Crónica del viaje a Celaya

Todos concordaron al volver a Guadalajara en que el viaje a Celaya no había sido sino una serie de eventos desafortunados. A pesar de ello sucedieron tantas cosas que no podría decirse que se trató de un desperdicio. “Ni sí, ni no, sino todo lo contrario”.
La noche del viernes todavía, los miembros del Clan Saint Sepulcre iban apenas llegando al punto de reunión, la casa de Jalil. No sabían a ciencia cierta cómo diablos llegarían a Celaya. Armando discutía con ellos la mejor forma de viaje, con mapas, horarios de camión y muchos argumentos hasta que todos decidieron que lo mejor sería salir a bordo de un Primera Plus, desistiendo de la idea original de pedir aventón.
Dado que el autobús salía de la Central en la madrugada, los claneros se divirtieron un rato jugando box con los guantes de Jalil. Primer Round: Pooh contra Mahatma, y más que pugilismo era lucha libre, o algo así. Segundo Round: Roberto recién llegado contra Pooh, que le metió una tunda impresionante. Se dice que los chaparritos son más ágiles, pero a Robert seguro que ya le estorban los muchos meses de haber estado en McDonald’s.
La reunión continuó adentro del cuarto hasta que, sin haberse dado cuenta nadie, llegaba el tiempo de partir. A fin de cuentas Mariano y Tony no pudieron ir, así que sólo eran cuatro los viajeros que irían a Celaya: Jalil (Modesto), Roberto (Rober), Erick(Pooh) y Juan Pablo (Mahatma).
Caminando por la ciudad, mochila al hombro, sábado, a la una de la mañana, lo primero que se piensa es llegar a dormir al camión para reponer las horas en velo, pero para ello hay que caminar a la glorieta donde ya ni siquiera los carros del sitio se encuentran. Así les sucedió a ellos, de manera que tuvieron que llamar por teléfono un taxi, mientras eran observados con curiosidad por algunos borrachos encaramados a una troca.
A bordo del auto las calles se deslizaban tan ligeras delante de sus ojos que pronto ya el taxi se había transformado en sala de espera. Como desde hace mucho ninguno de ellos había estado en la Terminal de autobuses se dijeron que la remodelación más bien la hacía parecer como un Aeropuerto.
Con los boletos marcados para las dos treinta y con nada en el estómago, lo primero fue comprar hamburguesas en el snack, por lo menos no eran McDonald’s, aclaraba Mahatma, y una vez con la bodega un poco más cargada pasaron a la sala de espera junto a los andenes para que el camión no se fuera sin ellos, además de aprovechar para practicar la obra de teatro que pretendían presentar en Meztitla. Y otra vez el tiempo corrió aprisa dentro de la sala hasta que una voz cansada, como de enfermera de Hospital, anunció que el camión a Celaya estaba a punto de partir, a lo que todos los músculos de los cuatro reaccionaron inmediatamente, como resorte.
Los tipos del andén se veían enojados, sobre todo el chofer y la “azafata”, quienes tenían muy presente que el retraso podían agradecerlo a los claneros, y su enojo pronto se vio incrementado cuando se les hizo saber que todos los lugares en el camión estaban ocupados.
Tras una migración de gandallas que ya se habían apoderado de un asiento, propiciada por la “azafata”, y con el sonido de un bebé llorando a todo pañal, por fin los cuatro uniformados de rojo tomaban posesión de sus asientos correspondientes, que los transportaron no sólo a Arandas o a León, no sólo a Irapuato, Salamanca y Celaya, sino también, y más importante aún, a la región clara y oscura donde se encuentran los sueños. A fin de cuentas era lo mismo ir dormido o despierto, porque de cuando en cuando alguno de ellos se despertaba sólo para comprender que no tenía ni idea de dónde estaban.
Incluso estando ya en la “Central Platanera” de Celayork ninguno de ellos estaba seguro de haber llegado, a no ser por un ambiguo indicio proporcionado a manera de seña por un graffiti a la entrada de la ciudad. Mas pronto se esfumó la duda que podrían haber albergado en algún momento, los botes de cajeta por todos lados anunciaban que, efectivamente habían arribado a Celayork.
A la salida de la central dejaron las mochilas sobre una plataforma. El deber llamaba a Robert y a Pooh, así que mientras ellos se ocupaban de sus asuntos Mahatma y Jalil esperarían al tío Efrén. Como es bien sabido por todos, el ocio puede considerarse como el progenitor de toda brillante idea, y en este caso generó una de ellas en Jalil.
-¿Qué pasaría si ponemos las mochilas en el suelo, del otro lado, y nos agachamos para que no nos vean?
-Vamos- dijo Mahatma tomando dos mochilas.
Así tumbados en el suelo por un buen rato llevamos a la práctica el experimento. A no ser por los pies de Mahatma, que estaban mal colocados, Roberto y Erick hubiesen seguido buscando por toda la ciudad sin dar con sus amigos.
-Los estábamos buscando- dijo Erick al llegar.
Al parecer no les agradó la broma.
Entonces todos notaron que un grupo de Scouts, principalmente lobatos, se estaba reuniendo también, justo del otro lado de la plataforma. Roberto reparó en un clanero que esperaba con sus cosas detrás de donde estaban y decidió ir a saludarlo. Una actitud muy amigable de su parte, a falta de una palabra que la describa mejor. Después de andar por ahí “coqueteando” con el clanero celayense, Roberto se reintegró al grupo cuando intentaban poner en práctica la idea de una foto que se le había ocurrido a alguien, y haciendo gala de quién sabe qué dotes circenses para mantenerse sobre los hombros de los demás, por fin quedó la fotografía. Poco después el tío de Jalil llegaba en su vehículo, explicando que la antena de la ciudad rebota los mensajes de celular en las torres de los “rascacielos” de Celayork y por eso llegan varios minutos tarde.
Pasaron entonces a la Liconsa para que Jalil recogiera personalmente la dotación de leche del día, y el señor se dignó a posar para las fotos in memoriam de aquella ocasión. Fue uno de los sucesos más comentados durante el desayuno en casa del tío Efrén, además de algunos otros temas obligados como los precandidatos a la presidencia de la república, o un apasionado debate sobre la pena de muerte.
También hubo tiempo para inspeccionar el taller del tío y conocer al “relámpago azul”, aquel Datsun que seguramente en otros tiempos habría sido todo un señor carro; hubo tiempo para visitar a los otros tíos de Jalil, y tiempo para acomodarse en la casa que los albergaría por la noche, comer algo de chatarra sólo para no traer vacía la panza, e ir por fin al parque donde todo el evento estaba planeado, donde se reúne el Grupo Cuatro.
Hubo momentos en que parecía que todo se iba a quedar en los planes, porque no llegaba nadie, la impuntualidad de la gente tenía todo pendiendo de un hilo.
Tal vez habrían tenido tiempo de ir a visitar la ciudad de Guanajuato y hacer otras cosas, de no realizarse el evento. El caso es que por fin como a las cuatro de la tarde comenzaron a llegar los niños y el trabajo apenas se iniciaba para los todos. Las primeras labores consistieron en colocar las banderas de grupo y de sección, y ayudar a un grupo de gacelas a colocar su tienda de campaña con forma más bien de carpa de circo. Si bien las estacas no resistieron la dureza del suelo en que debían ser clavadas, esto pronto fue remediado por Erick que se ganó a pulso el título de dios del rayo, por su labor enderezando estacas.
Fue tiempo entonces de crear la pista comando, se tendieron las cuerdas para distintas pruebas y se instaló un pecho tierra. Pronto ya todo estaba listo y mientras los niños terminaban su otra actividad a Mahatma se le ocurrió jugar Changáis, y Roberto demostró nuevamente su vocación a la ingeniería (calculando trayectorias) y la habilidad que tiene para ese tipo de juegos.

Hasta este punto la gran decepción de los claneros eran las mujeres. No parecía que en todo Celaya existiera alguna capaz de despertar el mínimo interés en ellos. Así, con todo y el ánimo caído desarrollaron un mini rally memorable para los pequeños lobatos que participaban con tan sólo tres seisenas, corriendo de aquí para allá, gritando y superando las pruebas impuestas.
Tal vez incluso, como comentaban los muchachos entre sí, los lobatos mandarían erigir una estatua a los Caballeros del Santo Sepulcro en el lugar de la competencia. Y más por lo que habría de ocurrir a continuación, cuando los muchachos del clan armaron una hoguera hermosa para la ceremonia de la noche, que prendió sin mayor trabajo y presidió los bailes y cantos de todos.
Fue entonces cuando los claneros hicieron gala de sus mejores actos y se encargaron de la mayor parte de la ambientación durante la fogata.
Para entonces ya era casi seguro que la visita a Guanajuato estaba cancelada, así que tras apagar el fuego los cuatro pasaron al área donde estaban los mayores para platicar un rato, matar el tiempo mientras se decidían a qué hacer, qué comer.
Existía la propuesta de pedir pizza, ir a comer gorditas y quesadillas a uno de los barrios de la zona, o ir al único McDonald’s de la ciudad para que Roberto, Jalil y Erick cumplieran con el precepto casi religioso de adorar al payaso de las hamburguesas. Y así la indecisión continuó mientras el radar de mujeres, integrado a cada uno de los miembros del clan, trabajaba por encontrar aquella que le causara algún tipo de atracción. No con mucha suerte. El mercado estaba casi monopolizado por tres mujeres (las demás eran troperitas con altas expectativas): Adriana, clanera del grupo cuatro; Gaby, del otro grupo y la amiga de Gaby, Marlén, cuyo nombre era muy difícil de recordar para todos. Hubo entre los muchachos un interés un poco más marcado por Marlén pero su ambigua forma de ser no permitió ningún acercamiento por parte de ellos.
Como ya era demasiado tarde para pensar en ir a alguno de los establecimientos que habían pensado tan sólo se dejaron llevar a cualquier lugar que sus anfitriones tuvieran a bien llevarlos, y así recorrieron nocturnamente la ciudad, apretados dentro de un auto que no daba para tanto, con Roberto adentro de la cajuela. Cuando menos los tacos estaban buenos y pudieron disfrutar de una agradable cena.
Como la casa que habían prestado a los claneros estaba sola, aunque sin muebles, tuvieron la idea de invitar a los demás ahí. Hubo sección de chistes, desconcertantes anécdotas personales del Goyo y otros, historias del escultismo, y más. Finalmente los celayenses tuvieron que irse, y Jalil y Roberto durmieron como benditos.
Mahatma y Erick estuvieron platicando un rato más, pero al encontrarse con los ronquidos de Jalil tomaron sus cosas y subieron al cuarto vacío, donde también, por fin, durmieron como benditos.
Esa mañana todos despertaron ya tarde, por lo cual en cuanto hubiéronse dado un duchazo salieron a tomar el camión que los transportaría a la unidad deportiva. Por lo menos aún las actividades de los lobatos no habían empezado y tuvieron tiempo de descansar otro rato mientras lavaban el cerebro a los niños. El único que aceptó comer algo de lo ofrecido fue Mahatma, los demás no probaron bocado la mitad del día, eso explica en gran parte lo que sucedería a continuación.
Dado que Roberto había amanecido un tanto enfermo, aunado al hambre que estaban pasando, cuando participó en la competencia de bicicletas terminó con tercer lugar y un enorme dolor de estómago que lo acompañaría de ahí en adelante. Los demás dieron lo mejor de sí en la carrera, pero no fue suficiente para que ganaran.
Las carreras de los lobatos y gacelas fueron divertidas para todos, los grandes ganadores del día pertenecían en casi todas las categorías a la familia del tío Efrén, que también participó en el certamen.

Tras la premiación y tras haber recogido la pista de ciclismo, sobrevino lo más alarmante de la enfermedad de Robert, con fiebre y a rayo partido del sol. Fue necesario llevarlo a la sombra, con las cosas y esperar un buen rato a que los demás estuvieran listos para llevarlos de regreso por sus mochilas. Por fin se treparon al auto de Moncho, el otro clanero local, que los llevaría a la casa prestada por las cosas, aunque primero debían dejar los materiales del grupo en casa del Goyo, jefe de grupo y médico.
Estando ahí, Goyo tuvo la ocurrencia de que los claneros no podían irse sin probar el famoso mosquito, un espantoso licor de naranja cuyo sabor podría compararse al de fanta mezclada con alcohol etílico de 90º. A Goyo se le ocurrió ofrecer agua a los claneros, pero esto era sólo para que se curaran la boca y probasen otro licor que tenía guardado por ahí. Obviamente, si a duras penas habían podido terminarse el mosquito lo menos que querían, por ahora, era probar cuanto licor les ofrecieran.
Para cuando se estacionaron frente a la casa donde estaban sus cosas, ya el tío Efrén los esperaba para repasar las últimas instrucciones del regreso y compartir con ellos una Coca-Cola bien fría. Repasaron las rutas quién sabe cuántas veces, planearon estrategias de abordaje y lugares de encuentro, por lo cual todo parecía viento en popa para llegar temprano a Guadalajara.
Pero Moncho cometió un gravísimo error: dejó a los tapatíos en el último retorno antes de la caseta que, según los tipos de la vulcanizadora, no estaba lejos. Roberto, Mahatma, Jalil y Pooh emprendían oficialmente el viaje de regreso.

Al poco tiempo de esperar junto a la carretera ellos notaron que ningún carro se detenía, probablemente porque no era lugar para detenerse como lo sería la caseta, pensaron, así que decidieron caminar hasta ella para lograr ser recogidos por alguien. Así transcurrió el primero, segundo kilómetro, con la esperanza de que tras la siguiente loma se vería por fin la caseta. Un ciclista viejo que venía hacia ellos les dijo que no faltaba mucho, lo cual les dio ánimos para continuar, pero los líquidos comenzaban a escasear durante su travesía por el acotamiento de la carretera.
Así, unos diez kilómetros después del punto de partida consideraron inútil seguir caminando y optaron por tomar un camión del transporte público hacia la ciudad que venía por un camino paralelo a la carretera, y que según las indicaciones de una familia que comía semillas raras en medio del lodo y un peculiar olor a cerdo pasaba frecuentemente frente al templo. En cuanto iban llegando al lugar avistaron el camión y subieron a él.
Aunque el conductor de la unidad pensó que lo querían estafar en un principio, pronto se dio cuenta de la desubicación de sus nuevos pasajeros y les ayudó a tomar un taxi en cuanto llegaron a su base en Salamanca. El taxista también fue amable con ellos, especialmente con Roberto, que fue platicando con él hasta la central de autobuses. Una vez ahí, el transporte a Guadalajara asegurado, por fin descansaron de su larga aventura y decidieron conservar uno de los cartones que habían utilizado para pedir aventón, y escribieron en él pensamientos acerca del viaje.
En Guadalajara sólo tenían alguien a quién recurrir, así que tan pronto como llegaron intentaron contactar a Adrián pero todo parecía inútil. Lo dejaron por la paz un rato buscando otras opciones: el teléfono de George, taxista oficial de los empleados de McDonald’s parecía estar fuera de servicio, así como el auto del papá de Mahatma, y no corrieron con suerte tampoco cuando Pooh intentó que alguien de su casa se apiadara de él.
Por fin contestó Adrián y en poco tiempo ya estaba ahí, algo por lo que el Clan Saint Sepulcre estará agradecido por siempre, pues fue él quien los repartió a todos en sus casas cuando ya un par de horas atrás había comenzado el Lunes.